Este proyecto, se ha concebido como un ejercicio próximo y agradable por plantearse para nuestro entorno, en nuestra propia Escuela de Arquitectura, donde hemos pasado muchos momentos cotidianos y felices de nuestra vida universitaria.

Planteándolo desde esta perspectiva nos ha interesado crear formas orgánicas que nos resultasen acogedoras, y que supriman la sensación de frialdad del material utilizado, «el hormigón armado».

Comenzamos a hacer croquis a mano alzada con planchas rectangulares, que nos recordaban la silla de Rietveld, pero la sensación era de cierta rigidez y pesadez a nivel formal y a nivel ergonómico. Poco a poco se fueron suavizando las formas para que la curva entrará en su concepción, y poder sentir su adaptación

a la forma humana.

Para ello era imprescindible que su apariencia formal tuviera ligereza, para suprimir la sensación de pesadez del material

utilizado. Por tanto, aparecieron tres conceptos básicos:

1-Sensación de ligereza.

2-Diseño ergonómico.

3-Confort y a la vez resistencia del material.

Mientras desarrollábamos estos conceptos, se planteó que la funcionalidad del diseño debería servir para ser utilizado igualmente, para un pequeño grupo de personas, como para un grupo mayor de comensales. La solución lógica para conseguirlo en este diseño curvo, es que dichas formas se adaptasen las unas a las otras permitiendo así su ampliación, cómo puede verse en el acople de las mesas y sillas, consiguiendo así albergar a más personas. Esto traía un problema añadido debido a la movilidad de las piezas.

Por tanto, para ello era imprescindible conseguir una disminución de los perfiles, y como consecuencia una disminución en el peso de ambas piezas.

El resultado de dichos conceptos, son el proyecto que aquí presentamos de «mesas y sillas en hormigón armado”, para el espacio externo de la terraza de nuestra ETSAM, que hemos diseñado con una actitud de agrado al considerar

que es algo nuestro.